luna lunera

Cuando era muy niña, mi madre y yo solíamos regresar a pie a nuestro hogar.



Esa mujer bajita de pelo corto solía recogerme pasadas las ocho de la noche y llevaba bajo su brazo un montøn de papeles para continuar registrando números hasta muy entrada la madrugada en los libros diarios de sus patronos.



Caminábamos desde la casa de mis tíos algunas cuadras, siempre tomadas de la mano, hasta llegar a nuestra casa.



Mi madre no hablaba mucho de su rutina, evitaba las preguntas de cajøn... pero siempre que recuerdo aquella época nos escucho cantando esta canciøn, mientras cruzábamos calles y recorríamos aceras bajo la luz de los faroles buscando la luna entre las nubes.



Mucho tiempo ha pasado desde que mi madre tomaba mi mano para cruzar la calle, quizás de aquellos retornos solitarios de una madre trabajadora con su hija escolar me queda esta manía de caminar hasta el Astillero siempre que puedo...



Es cierto, mi madre no es una santa... se reconoce, en todo y soberbia, imperfecta.

Con muchisima frecuencia discutimos como sølo nosotras podemos hacerlo y nos reconciliamos luego de un rato por cualquier motivo; tenemos desacuerdos políticos insalbables, posturas opuestas ante la vida e incluso desaveniencias religiosas pero jamás ha intentado obligarme a hacer algo en contra de mi voluntad...



No me alcanzarán las flores, los regalos, los halagos para darle las gracias por educarme en libertad sin recurrir a tibias amenazas de cucos, infierno o dioses vengadores... ahora como adulta incluso comprendo que todas las represiones a las que me sometiø tuvieron una causa y al medir las consecuencias que estas produjeron en mi temperamento acepto alegre las consecuencias...



Hoy, justo es su cumpleaños, y con el cielo despejado a estas alturas de la madrugada la luna nos dejø ver su rostro... Yo busqué entre sus viejos discos nuestra canciøn y empecé a cantar, junto a la voz de Celia Cruz: "luna lunera, cascabelera ve dile a mi amorcito por dios que me quiera".