Con el mar en mis pupilas recuerdo otros días más frescos y menos felices.
Se aproxima rápidamente el día de las Candelarias y con él mi cumpleaños.
Hace mucho aprendí que los planes son inútiles y las agenda un estorbo... mejor abandonarme al desorden espontáneo de la vida...
Hoy, deseo recibirlo a solas con la piel bautizada de agua sal y la brisa cosquilleando mis orejas. No quiero nada más.
¡Cojones qué la vida me sorprenda!
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