Wednesday, October 10, 2012

esperanzas y promesas




A punto de percibir la Aurora en el reflejo de la persiana voy alisando mis frustradas intenciones con un poco de incertidumbre.

En el fondo de nuestro sótano un baúl cruje, unas oxidadas cadenas se estremecen y un candado se agita de lado a lado. Algo lucha enloquecidamente por salir, correr, liberarse. Es un cajón minúsculo. Mis pasiones secretas,  mis pecados inconfesables. Necesitan aire. Exigen salir y estirar las piernas.

Pandora me observa desde el rincón y en el reflejo de mis oscuros ojos se estremece. Temerosa sujeta con fuerza la llave oculta entre sus hambrientos pechos.

Imagino su tierna voz preguntándome: ¿Serías capaz? Recuerda son insaciables, unos súcubos. 

Le sonrío solo para tranquilizarla.

Me acerco en silencio, no quiero espantar el descanso de mis compañeros de colchón. Pequeños inocentes se pedorrean, roncan, babean en el más profundo de los sueños. Es hermoso ver como disfrutan.

Quédate tranquila Pandora, mi querida niña, aún no ha llegado el día.

Acaricio con la punta de mi lengua su delicada oreja. Siento como sujeta con fuerza la llave que cuelga de su cuello y descansa sobre su piel desnuda, mientras aprieta con firmeza sus piernas pudorosas.

Está cerca el momento en que revivirás tu pecado amada mía, pero hoy te absuelvo de tus deberes.

Me alejo de nuestra habitación sin perturbar el silencio de la penumbra previa al amanecer.

Me desnudo camino al baño y abro la ducha. Que el agua fría exorcice mi espíritu y calme este imperioso deseo de arrasar con ese paraíso en el que se ha transformado mi  mundo.

Soy mala.

Oculto la semilla maldita entre mis piernas.

Disfruto profanando la belleza sencilla de los corazones gentiles. 

Estoy condenada, habito en el condominio privado de la miseria.   

Dicen por allí que con el amanecer llega un nuevo día cargado de bienestar, esperanzas y promesas.

Ojalá tengan razón porque los hechos de mi vida me demuestran todo lo contrario.