ya amanecerá

Mis amantes nunca
fueron hermosos.
Delgados, de venas exclamantes,
esculpidos en hueso,
dramáticos, tiernamente trágicos
hasta la risa.
Mis amantes eran difíciles.
Se resistían salvajamente
para luego entregarse,
resignados e imposibles,
con la soberbia domesticada,
la cabeza baja
mirando mi sexo,
destruidos por el deseo,
más poderoso que el espíritu.
Tristes.
Ninguno me dobló,
hasta el mismo demonio
abrió mis hojas débiles
y entró
para no salir.
Me hizo fanática
de su sexo,
me desvió la lujuria
hacia el mismo centro de su boca,
concentró la sorpresa
en sus pasos arrastrados;
el placer, en el sonido
de su voz categórica,
en la gravidez de sus ojos.
Me acostumbró a sus costumbres,
me creó la necesidad de necesitarlo,
y por fin se ofreció a suministrarme
la dosis de sí mismo de la que
me hizo depender.
Luego me instaló
un tumor benigno
en el útero.
Y ahora todo es diferente,
todo es diferente.
Y ya no estoy
sola.*

Algunas veces cuando siento que todo está perdido, suelo sumergirme en la lectura... no se conjunda comadre que pese a todos los síntomas delatores impresos en mi escritura aborrezco los libros de autoayuda... ultimamente releo a Houellebecq, un francés de pocas pulgas, para la temporada de calor prefiero a Pedro Juan Gutierrez, logro perderme como un animal tropical entre las calles de su particular y sucia Habana... mi doctor tiene razøn al decirme que la causa de todo este malestar es producto de mis lecturas, quizás debo gastar mis ojos con escritores prudentes, piadosos no con esos ateos confesos que logran descarriar a un espíritu cándido como el mío... solo me río, para que debatirlo... y eso que hoy en su sala de espera estuve releyendo El Principito... Si ya se no tiene mucha coherencia todo lo que escribo... otra vez ha vuelto la fiebre, pero si dejo de dibujar o escribir siento que muero... el cielo falso de yeso no es un buen consejero... el hombre que amo siempre me dice: la lectura es subersiva... te obliga a cuestionarte, te siembra la duda, te mantiene alerta, germina ideas y por eso deberían prohibirla! No sea que otras mujeres como tú comprendan que la servidumbre del matrimonio no es su única salida... Ah el chocolate tanto como los orgasmos produce felicidad y el hombre que amo siempre logra colar unos cuantos de contrabando... por qué será qué todo lo que genera felicidad suelen prohibirlo en esta sociedad... la manzanilla me da náuseas... ya amanecerá... ojalá mañana me pueda tomar un café... tal vez me dejarán acariciar a Morgana mi gata...

* "Los amantes inadecuados", un poema de Eva Vaz