Wednesday, December 5, 2007

calor humilde!


“Y sí, vos sois principio y causa de mi felicidad,
al solapar en su tiempo a mi sombra,
sin rituales eclesiásticos o familiares.
Me basta con vos, no requiero de más…”*


Entre 4 paredes rodeado de ceniceros copados de deseos insatisfechos te encuentro amurallado en tu dolor, algo tan común entre nosotros esto de escondernos tras nuestras tragedias personales; es como una armadura espinosa que a pesar del dolor que provoca su impostura nos mantiene distantes de todo aquello que pueda herirnos nuevamente… transformando toda la energía que provoca cada herida en una cubierta aislante del mundo exterior, que incluso logra extirparnos del encuadre cotidiano de nuestra propia vida.

Casi puedo sentir el temor que te produce depender de algo más allá de tus convicciones, mas aún así, conociendo el riesgo que implica exponerme a tu ácida atmósfera me atrevo a iluminar aquellos rincones que ocultas tras esa facha beligerante y me permito recorrerte sin excusas como antes, como siempre…

Allí, fingiendo una lágrima sepultada en el abismo de la realidad una vez más me sonríes en silencio, mientras tus ojos se reflejan en los míos como un espejo ensangrentado de frustraciones y fantasías inhibidas… sin quebrar el silencio ausente de mortal sonido, puedo leerte siguiendo el rastro de las cicatrices que el tiempo cómplice de la desventura ha provocado maliciosamente en tu piel curtida bajo este sol impune que nos marca cada día…

Te aflige tanto ocultarme la causa de tu angustia, mas no debieras gastar ni uno sólo de tus pensamiento en esto, sí, algún día comprenderás que en el brillo de tus ojos traduzco el significado de lo oculto y aquellos misterios que reservas en lo profundo sacrificando tu tranquilidad continúan seguros al resguardo de la promesa inquebrantable del silencio…

Es tan contradictoria esta fragilidad con la que respondes al contacto ligero de mis palmas en tu cabello antónimo de mi propia melena cargada de accidentes espirales y curvas intrincadas de pensamientos fugaces, tan sólo acerco mis labios a la cálida orilla de tu rostro boceteado a finos trazos intentando trasmitirte un poco del amor que reservo para ti, sin atreverme a expresarlo a viva voz, pues ahogada de presagios sin fortuna, temo contrariar la calma provocando tu huida ligera como la presa de caza que rápidamente se refugia en su agujero entre la espesura del bosque.

Poco a poco, aún receloso, te acercas… pese a todo lo vivido aún me cohibe tan sólo ofrecerle el calor humilde de mis brazos como refugio a tu melancolía perfumada de agonía, quisiera improvisar una suerte de huracanes analgésicos capaces de aligerar el malestar supurante de tus viejas heridas… renovarte el espíritu, cómo si eso fuera realmente posible, mientras te dejas querer y me vas queriendo hasta que esta reconstrucción concluya…


* palabras oportunas del tímido y reservado poeta azteca Loya

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