Tuesday, June 24, 2008

sueño tácito!



Ojos lejanos como primaveras nórdicas

Horizonte de las estrellas

guarda en tu vientre hasta que vuelva

un sueño tácito

rompe el silencio melancólico de nómadas

gélida estepa para un éxodo de débiles



La mañana era deslumbrante; el soberbio sol cegaba a todo aquel que osara mirarle de frente. Era un día de perfecto, primaveral; las flores despertaban por culpa del rocío y los pájaros regalaban un concierto a la ciudad. Sin embargo, en su pensamiento solo florecían maldiciones y lamentos cargados de la más terrible rabia y la más desoladora de las tristezas. "¡Qué día tan mierda!", exclamó amargamente mientras se cepillaba los dientes. "¿Y ahora qué haré?", se cuestionaba una y otra vez. "Tengo ganas de perderme; de correr y correr sin saber a dónde; de correr y correr hasta que las piernas no den para más". Y fue entonces cuando decidió vestirse e ir a trotar al parque; quería despejar sus angustias en el viento.




Corrió lo más que pudo. Atravesó calles y avenidas; pasó por plazas y parques; zigzagueó entre rostros y voces anónimas. Finalmente, cerca de las tres de la tarde, sus piernas sucumbieron, mas no así su tristeza. Miró a su alrededor. Había llegado a un vecindario de poetas urbanos, actores sin fama y pintores de ciudad. Sin rumbo, caminó entre los corroídos edificios hasta hallar un viejo banco de madera marcado con declaraciones tatuadas a fuerza de pasiones y desamores. Allí, en esa esquina perdida del jardín, se sentó a ver cómo las chispitas de agua resplandecían al saltar de la cantarina fuente.




Su mirada azul estaba embebida con las gotas de luz y justo comenzaba a vagar en una especie de ensueño cuando una voz irrumpió en su pensamiento: "regálame tus ojos", le dijo la joven mujer con una dulce y apacible sonrisa. Él, aún sobresaltado pero sin dejar de lado la halagadora y curiosa petición, enseguida preguntó: "¿y cómo haré entonces para ver lo linda que eres, tus cabellos largos y rizados y esos ojos tan oscuros como la noche cómplice?". "Mírame con el corazón", le respondió ella con la simpleza de lo que se considera tácito mientras tomaba la mano de él y la posaba en su pecho entre collares de piedras de mar.




Marino, como le había puesto su madre pensando en el hombre que una vez amó en secreto de madrugada en la playa, sintió una profunda paz; estaba como liviano, quizá y repentinamente hasta feliz. Y quitándole con una caricia ese mechón que caía rebelde sobre sus ojos, acercó lentamente su boca a la suya. A punto ya de rozar sus labios con los de ella, se detuvo y le susurró con la calidez de un suspiro: "son tuyos".

2 comments:

Anonymous said...

"son tuyos" le dijo mientrs se arrancaba los ojos... muajajajajajaaja!!!!
Paaaaaroooo!!!! Es q estaba viendo la cronica roja de tctv, juas!!

esta muy lindo, esperare a q publiques el libro :)

Besop

Unknown said...

Aplausos, nada más que decir