Thursday, May 7, 2009

húmedas tinieblas


Pequeñaja y rebelde,
curiosa y apasionada,
tienes labios de batalla
pero en ti no hay rendición
capaz de ver belleza
donde otros no la ven

Elena Bugedo/Carta desde Bogotá

Otra vez, dejo a un lado mis tareas, los diseños, los presupuestos y vuelo más allá.

Abandono la oficina argumentando una reuniøn imprevista, cierro la puerta con un hasta mañana y me dejo guiar por el chofer del taxi hasta la particular dimensiøn dønde te encuentras. La emociøn de sentirte acurrucado en la curva de mi cuello consume rápidamente las luces de los semáforos, los altos en las esquinas. Mi corazón se acelera cuando en un respiro capto el cafeinømano aroma del Bosque. Estoy en casa y tú también.

Abro con premura la cerradura de la planta baja y subo a trancos los escalones carmelita que separan mi boca de tus ansias; las huellas en nuestro rostro son leves, mas el planeta dio vueltas completas al sol y muchas lunas menguaron desde la última vez en que mis ojos se eclipsaron con los tuyos…


Quiero contarte tantas cosas, preguntarte otras más… pero la temperatura de tu bienvenida, me mantiene en silencio.
Te siento tan cerca que me desvanezco ante la posibilidad de convertir mis delirios en correntadas violentas, en húmedos suspiros, en completa agonía.

Improvisando, inscribo entre los pliegues de tu piel nuevas caricias aprendidas sin ti, cuando consumiendo mi pasi
øn en tibios y ajenos cuerpos transpiraba un conjuro, una oraciøn que más allá del delirio me arrastraba justo a la orilla de tu recuerdo.

Ahora puedo sentirte, ya no imagino, percibo todo el peso de tu celo, mientras con fuerza vas tirando de mi cabello, escondiendo tu rostro entre mis senos, olfatenado las huellas del desahogo casual; mas te sorprendes al encontrame en el reflejo de tu er
øtica angustia.

Te ofrezco mi boca sin recelo y dejo que ese beso húmedo, ávido de lujuria marque las cordenadas del pr
øximo movimiento. Siento la resurrecciøn de la carne, tu carne, bajo la rítmica caricia de mi cadera (y yo que llevo dentro una de virgen, tanto como Tú resguardas un ángel, me animo arrancarte la mortaja descaradamente, no necesitamos más calor que el producido por la fricción de nuestra piel, para qué tanto trapo?)

Abro una brecha entre tu abdomen, hasta una cuarta más allá de tu ombligo y convoco la tormenta... Ondulas tu cadera para cobijarte entre las húmedas tinieblas de mi boca, continúo acariciándote, empujándote al abismo, dispuesta a convertir en niebla tus recuerdos e intuyo que la abstinencia de nuestras pieles concluye hoy, llega hasta hoy, finaliza hoy...

En un descuido equilibras el deseo e igualas a cero todos mis intentos e indefensa a tus ataques me dejo arrastrar por tus locas intenciones... sintiendo la efervescencia que produce el tacto de tu mano, dejándome arrastrar por el fuego contenido tras las ligeras huellas de tus dientes en mi piel.

Voy hablándote sin respirar, cuando la noche no tarde en llegar, mientras aún rebelde el sol se cuela por la celosía.




Cartas desde Bogotá. Elena Bugedo.

Hay mucha música por allí que jamás estremece nuestros sentidos por la autoritaria acciøn del mercado

Algunas de esas líricas tan hermosas que incluso convidan una lágrima solitaria a viajar sin retorno por la geografía de mi rostro llegan a mi galaxia gracias a la tecnología o a la recomendaciøn de los amigxs que multiplicados por el mundo se las encuentran en su camino.

Ella es Elena Bugedo una de las poco conocidas cantautoras españolas. Estoy buscando sus discos en la web, pero poco o nada encuentro. En goear tan sølo una ligera versiøn pop, pero esta es mi versiøn particular de Carta desde Bogotá.

Anoche un poeta combativo me dijo: "tus divagaciones románticas te distraen de tu verdadero compromiso con la humanidad". ¡Completamente cierto! Luego me enviø uno de esos besos virtuales que no saben a nada, pero te calientan la nostalgia junto a una referencia a uno de los versos de la Bugedo: "y aunque a veces dudo que seas de este mundo me das en lo profundo de tus ojos tanta humanidad". Y continúo: "A veces como que olvidas que tu amor es con la humanidad no con un cretino con complejo de topo e ideas roedoras del subsuelo...".

Hoy le pregunté a mi amiga Silvi, si había oido a esta española y ante su negativa le regalé Carta de Bogotá. ¡Caray! Qué manía la nuestra en mirar hacia abajo y sølo escoger entre los topos que de su cegera sølo perciben la tierra bajo sus pies.

Hay que sacudirse el polvo para continuar haciendo camino luchando sin desviarse, y si nos desviamos... para eso estamos lxs amigxs, en tus propias palabras Silvi: "agradecida estoy con la vida por haberme regalado amigos invalorables, gente aguerrida que me toma de la mano cuando olvido que estoy aquí para luchar". ¡Hago mías tus palabras! ¡Gracias Damián! ¡Gracias Silvi! Y sobre todo gracias Elena Bugedo por esa canciøn tan hermosa

1 comment:

Silvana Tapia said...

Siempre habrá razones para estar agradecidas, y como decía nuestro querido Benedetti: "cómo voy a creer que el universo sea una ruina aunque lo sea". Los amigos, esos amores desinteresados, siempre son la tabla de flote en medio de las confusiones. Lo demás pasa, unas veces deja huella, otras veces no... lo importante es que nosotras dejemos nuestra huella, no en alguien, sino en el mundo.

pd. y te seguiré llamando camarada :P por muy poco ortodoxo que parezca