Como todas las noches que vuelvo te encuentro entre las sombras de tu sueño de abeja obrera.
Tus manos se acercan a mis hombros y mis labios contienen la turbulenta ansia de raptarte del tálamo de Morfeo.
Y es cømo si adivinaras mi anhelo. Adormilada sonríes haciéndome un espacio entre las sábanas. Liberado por tu beso del resto del mundo soy incapaz de dudar de la realidad ante mis ojos…
Allá está el mar, la arena y aquella chozita pintada de Pilsener esperando que irrumpas con todo tu jaleo.
Aquí entre el sonoro tráfico madrugador de los larveros de este pueblo anclado en el Pacífico estás tú con tu alegría merodeándome desde la ventana auriverde de mis ojos hasta esta delatora emociøn, mi propia emoción, que late dentro muy dentro en medio de la tormenta de mi corazøn.
Ya nos iremos despidiendo un día que no llueva...
Las nubes de tu pelo. Fito & Fitipaldis.
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